Según la RAE, una unión se define – entre otras – en la conformidad y concordia de los ánimos, voluntades o dictámenes.

Así, en 1993 entró en vigor el famoso Tratado de Maastricht, o de funcionamiento de la Unión Europea. Un tratado concebido para culminar un proyecto colectivo de concordia entre los países europeos creando una superestructura dominante con el objetivo de conseguir una plena integración entre los países comunitarios.

Dicho tratado se reformaría con el Tratado de Ámsterdam en 1999, el cuál introdujo el procedimiento de “cooperación reforzada”; y en 2003 con el tratado de Lisboa, que reforzaría la acción y política exterior, así como la seguridad común.

Infortunadamente, durante esta nueva crisis del coronavirus – y como en muchas otras crisis – vemos que la capacidad de reacción de la Unión Europea es absolutamente nula y vemos como cada país europeo está tomando decisiones de forma unilateral.

Entre las medidas de la Unión Europea aprobadas, están la activación de un fondo común de apenas 25.000 millones de euros para empresas con problemas. Sobre la mesa estaba una propuesta para realizar una inyección de liquidez de 400.000 millones de euros, provenientes del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), pero dicha propuesta ha caído en saco roto después de que el Eurogrupo fuese incapaz de aprobar la medida y fijar un plan común. No existe hasta la fecha plan fiscal o económico alguno, y sólo se planea un cierre de fronteras a partir de mañana.

Por otro lado, vemos que la petición de ayuda médica urgente por parte de Italia a la Unión Europea ha sido completamente ignorada. A día de hoy, ni un solo país europeo ha enviado ayuda a Italia. Sólo la ha recibido por parte de China, Cuba y Venezuela. Quizá, los desafíos de Roma, constantemente en desacuerdo con la UE y sus miembros dominantes – Francia y Alemania – en los últimos años tenga algo que ver.

Uno de los pilares fundamentales de la Unión Europea es la solidaridad. Y existen países que se han beneficiado de la solidaridad de la Unión Europea durante años y que actualmente apenas cuentan con casos de coronavirus en sus territorios, como Bulgaria, Hungría, Finlandia o Irlanda, que no son capaces de ser solidarios con sus colegas italianos.

Esta insolidaridad entre los 27 empieza a ser algo de lo que la Unión Europea debería comenzar a avergonzarse. El Consejo Europeo no es capaz de ofrecer una solución conjunta y sólo se están ofreciendo soluciones de ámbito estatal.

Los fracasos que está acumulando la Unión Europea en los últimos años a la hora de actuar de forma común, están provocando que el proyecto se empiece a tambalear. Existe una completa inoperancia para cumplir con los objetivos de la unión, y lo vemos no sólo con el coronavirus. También lo hemos visto con el Brexit o con la vergüenza de Lesbos en la frontera de Grecia con Turquía.

Europa comenzó como un proyecto para unir económicamente a Alemania y Francia, que luego se convertiría en un “mercado común” y de cooperación y que ha acabado en un intento fallido de crear el equivalente a los EE.UU. por parte de eurócratas elegidos a dedo que toman decisiones en base a los intereses de su país de origen, y con una constitución común rechazada por holandeses y franceses. ¿Era esto previsible?

¿Se está desmoronando el proyecto europeo ante la falta de solidaridad? ¿Tiene sentido una unión en el momento actual?

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