Parece que al final McDonald’s tiene algo bueno. Aunque la comida de estos restaurantes sea comparada con la coprofagia, y los beneficios para nuestra salud sean muy dudosos, lo que no se puede discutir es que McDonald’s es algo más que una cadena de restaurantes. Son un verdadero ente político con una injerencia política a niveles insospechados.

Hoy hablamos de la teoría propuesta por Friedman en su libro “The Lexus and the olive tree”. Friedman argumenta que no ha habido en la historia dos países que luchasen en una guerra entre sí, teniendo ambos un McDonald’s.

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Véase Siria, el más reciente caso. En el país de Al-Asad no se sirven Big Macs. Tampoco en Pakistán. Tampoco en Argentina durante su guerra contra Reino Unido.
Friedman considera que esto sucede gracias a la “teoría de los arcos dorados de la prevención de conflictos”. Se considera que los países que tienen una economía dependiente, tienen demasiado en juego para ir a una guerra.

Cuando un país alcanza un nivel de desarrollo económico logrando conseguir una clase media lo suficientemente grande para sostener una red de McDonald´s, esto lo convierte en un país McDonald’s. Por ello, la gente que reside en los países McDonald´s no quieren más guerras, simplemente prefieren esperar en la cola por una hamburguesa.

El historiador griego Tucídides, allá por el año 400 a.C., citó que las naciones van a la guerra por honor, miedo e intereses. Y a día de hoy, la globalización no hace esos instintos obsoletos. La lucha por el poder y los intereses materiales continúa, y la gente todavía se encuentra enganchada a su propia cultura. Por tanto, podemos indicar que la globalización no terminará con el juego geopolítico, aunque si llegue a afectarle, ya que la propagación de una economía integrada a nivel global a través de entes como McDonald´s ayuda a crear restricciones más fuertes en los comportamientos de política exterior de los países– se incrementan los incentivos para no ir a la guerra-.

Aunque estas teoría, al igual que todas, tiene sus críticas. Y es que 19 países de la OTAN con McDonald’s realizaron en su momento ataques aéreos contra Yugoslavia, el cual también tenía McDonald’s. Aunque en este caso, debe aplicarse el sentido común. La guerra yugoslava terminó porque la OTAN convirtió en miserable la vida de los civiles en Belgrado. Tan pronto como las redes eléctricas cayeron, los ciudadanos demandaron a Milosevic terminar con la guerra. Eligieron McDonald’s antes que Kosovo.

Por tanto, ¿seguirán las hamburguesas y las patatas remplazando el apetito por la guerra por mucho tiempo?

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