Actualmente, estamos siendo testigos, especialmente en determinados grandes medios de comunicación privados, de un fuerte impulso a Podemos y, especialmente, a Ciudadanos; que se unen al protagonismo del viejo bipartidismo de PP y PSOE.
En términos politológicos, el auge de las redes sociales en el último lustro fue interpretado por sociólogos y expertos en comunicación como una oportunidad de darse a conocer de las formaciones minoritarias, al ser una vía gratuita y abierta, que contrasta con las dificultades que estos de encontrar protagonismo a través de la prensa o de los canales tradicionales. Pero estos han reaccionado impulsando fuerte e interesadamente en televisión, a través de programas de contenido político, a distintos líderes de sólo dos de ellas, a la vez que han mantenido el statu quo mediático de los dos grandes partidos políticos españoles.
Los objetivos de estos mass media son, por un lado, microeconómicos, en el sentido de utilizar a los líderes de estos dos nuevos partidos como una fuente de atracción de audiencia por su imagen joven y posmoderna; por el talento en la elaboración del discurso; así como por sus mensajes críticos con el actual y controvertido contexto político, social y económico.
A nivel político, C´s y Podemos, especialmente la formación naranja, son más atractivos para los grandes medios de comunicación -cuyo capital es muy mayoritariamente derechista- que Izquierda Unida o Unión Progreso y Democracia, a quienes los anteriores pretenden reemplazar como fuerzas alternativas en el sistema político español. En el caso neolerrouxista, aparte de servir de toque de atención a un PP lleno de casos de corrupción, debilitan al PSOE (menos apoyado que el PP por las grandes compañías, al fin y al cabo).
En tercer lugar, el programa económico de Ciudadanos está más próximo al conservadurismo que a la socialdemocracia, yendo incluso más a la derecha que el PP en algunos temas (por ejemplo, el contrato único indefinido). Además, como así lo demuestra su proyecto de contrarreforma del poder judicial, su afán de renovación institucional es muy inferior al de UPyD, una formación auténticamente regeneracionista que está siendo silenciada, junto a UP-IU, en los medios; como hemos comprobado estos días de campaña en los debates televisivos.
En el caso de Podemos, aparte de incentivar el voto a la derecha, al relacionarlo los media conservadores con Venezuela o con los países comunistas; su perfil ideológicamente ambiguo (pueden pasar de la extrema izquierda a la socialdemocracia en menos de dos años, como así hemos visto) es más preferible que IU o Equo -fuerzas que, por su trayectoria o convicción ideológica, son estructuralmente izquierdistas y transformadoras- para los medios de comunicación poderosos. Si a ello añadimos que la formación morada divide el voto de la izquierda alternativa; desgasta también al PSOE; y, de paso, debilita a parte del nacionalismo periférico de izquierdas (por ejemplo, a Nós-Candidatura Galega o a EH-Bildu); estamos ante una operación mediática ejecutada de forma maestra.
En definitiva, lo que podía parecer, a priori, el exponente de un debate político más plural, no deja de ser una planificación estratégica de distintos poderes fácticos que mantiene el poder del viejo bipartidismo- aunque otorgándoles menos presencia que antaño por los escándalos y errores cometidos- y que pretende implantar a otro nuevo, adoptando no sólo una estrategia gatopardista, sino que pretende excluir a aquellas fuerzas que resultan molestas para la mayoría de los grandes grupos de presión; al pretender estas lograr una profunda transformación socioeconómica, ética e institucional.
Imagen: Mundiario