La amenaza independentista suena cada vez más fuerte en el sur de Yemen. La alianza formal entre el Movimiento del Sur -conocido también como Al Hirak- y el presidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi parece haber llegado a su fin. Miles de personas acudieron a la sede provisional del gobierno en Adén el pasado 4 de mayo en señal de protesta ante la decisión presidencial de destituir al gobernador de la región, Aidarus al- Zubaidi, y al ministro Hani Ali Bin Braik. Los manifestantes juraron lealtad a Zubaidi y lo aclamaron líder del Sur.

El “matrimonio por conveniencia” tenía fecha de vencimiento desde el principio. Los sureños tienen una visión distinta a la de Hadi sobre el futuro de Yemen. Al Hirak rechazó la propuesta del presidente durante la Conferencia de Diálogo Nacional de 2013-2014 de convertir a Yemen en un Estado federal dividido en seis regiones. Como contrapropuesta, los sureños veían factible una república federal con dos Estados -el Norte y el Sur- como antesala para su independencia, asegura el centro de investigaciones CIDOB.

“La crisis de Yemen no va a resolverse si no alcanzamos la autodeterminación. Tiene que haber un referéndum, la gente del sur tiene que poder elegir”, sostenía Zibaidi. Hadi se encuentra en el lado opuesto. El propósito del jefe de gobierno es consolidar y expandir las victorias militares conseguidas por el sur para finalmente restaurar su poder como único gobernante de todo Yemen, asegura el especialista en asuntos de Medio Oriente, Angus McDowall.

La alianza cumplía con los objetivos a corto plazo de ambos actores. Al Hirak veía una oportunidad para fortalecer su posición. Le permitía ganar territorios y recursos, explica el analista político de Adén, Yasser al-Yafae. En su página oficial, la milicia sureña describe la alianza como instrumental; “para prevenir la invasión y lograr la independencia antes que proteger la unidad”. La guerra les proporcionó a los jóvenes de la Resistencia del Sur, el grupo conformado por el Movimiento del Sur, mayor experiencia militar, además de elevar la temperatura emocional a los ya más que motivados separatistas del sur, analiza McDowall.

Al Hirak encontró en la unión con Hadi una oportunidad para demostrar a la comunidad internacional su capacidad para combatir el terrorismo y gobernar la región al mismo tiempo. “Fue la Resistencia Popular del Sur, con las fuerzas del Golfo, quien derrotó a los hutíes y a Saleh, no la gente de Hadi. El Gobierno de Hadi no tiene poder sobre el terreno”, insistía Zubidi.

Hadi, necesitaba milicias altamente entrenadas y líderes experimentados. La Resistencia del Sur se convirtió en la último recurso para pacificar la zona de Adén, asegura el analista político yemení. “En su guerra con los hutíes, quienes controlan (…) Sanaa y gran parte del norte, (…) Hadi ha dependido mucho en la milicia reclutada en el movimiento secesionista del sur, donde el sentimiento de separación está profundamente arraigado”, explican las fuentes del medio de comunicación Middle East Eye.

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El mandatario yemení intentó contener el sentimiento separatista de los sureños al saldar una deuda pendiente con ellos: la promesa de restituir la autoridad a la élite política del sur mantenida antes de la unificación de los 90. Los separatistas Zubaidi, Ahmed Mahdi Fudail y el general Shallal Ali Shaye fueron elegidos por el presidente en 2015 para la gobernación de Adén, de Lahj y la Dirección de Seguridad de Adén, respectivamente.

Que prevalezca Hadi por sobre los separatistas del sur, o viceversa, depende de otro actor envuelto en la guerra. La coalición árabe liderada por Arabia Saudí ha prestado su apoyo militar y logístico al presidente yemení desde el 2015 en adelante, cuando parecía que Adén quedaría en manos de los hutíes y el mandatario se vió forzado a refugiarse en la capital saudí temporalmente.

Yemenianty, la organización de análisis político, explica que los bombardeos de la coalición fueron esenciales para que el presidente se mantuviese en el poder. Al Hirak reconoce el papel que ha desempeñado la comunidad internacional a favor suyo, pero lo relativiza: “Si las fuerzas de la coalición no hubiesen intervenido en marzo con el soporte aéreo, estaríamos hablando de un genocidio sureño en vez de una masacre”.

La comunidad internacional que en principio legitimaba el proyecto político de un Yemen unificado, hoy presenta voces disidentes que podrían conducir a una eventual independencia del sur. La politóloga yemení Elham Manea explica que hay una lucha de poder entre dos de los integrantes de la coalición árabe, Arabia Saudí y Emiratos, sobre el futuro de Yemen. Manea asegura que “Emiratos está presionando por más independencia”. El principal socio saudí se ha encargado de financiar y entrenar alrededor de 50.000 soldados del sur y mantiene vínculos cercanos con el exgobernador depuesto, Zubaidi, y el ex ministro Hani Ali Bin Braik a cargo de dichas fuerzas en suelo yemení.

 

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