El apoyo de la izquierda transformadora estatal al derecho a decidir -cuyo exponente más cercano fue el referéndum ilegal en Cataluña-, así como el mayor acercamiento político de estos a los nacionalistas periféricos frente a los partidos constitucionalistas, ha dado lugar a fuertes críticas por parte de personas de distintos segmentos ideológicos (por ejemplo, de Francisco Frutos, exsecretario general del PCE, en octubre de 2017) por considerar que es incompatible ser de izquierdas con ser nacionalista. ¿Es realmente imposible dicha combinación? Analicémoslo.

Por izquierda comprendemos el conjunto de ideologías que pivotan en torno a la igualdad en todos los ámbitos: socialdemocracia, neocomunismo, comunismo, ecosocialismo y anarcosocialismo. Para la mayor parte de los defensores de estas ideas, la igualdad no entiende de fronteras, ya que el establecimiento de estas genera diferencias socioeconómicas y políticas entre las diferentes áreas del planeta.

Por su parte, el nacionalismo es la doctrina que aspira a que su territorio, por el hecho de ser considerado nación (lugar que posee lengua, cultura, historia y costumbres comunes), logre un amplio autogobierno o la independencia respecto a otro Estado. Existen bastantes clasificaciones en torno al concepto de nacionalismo. Una de ellas hace referencia al grado de asimilación del extranjero. Esta se subdivide en tres subgrupos: la eliminación de las fronteras (bien por humanidad o por considerar que no existen las naciones: anacionalismo), la entrada con restricciones (lo que ocurre en la mayoría de países) y las restricciones severas (son aquellas preconizadas por las formaciones de derecha alternativa).

Observando todos los datos relativos al nacionalismo, podemos deducir que la gran mayoría de ideologías son nacionalistas, puesto que asumen la existencia de un territorio con una identidad y cuyo acceso al mismo está más o menos restringido. En este sentido, en el lenguaje político español solamente llamamos nacionalistas a los nacionalismos periféricos más al nacionalismo español más estatalista, pero olvidamos que todas las formaciones denominadas no nacionalistas (a excepción del anarquismo y el libertarismo) son nacionalistas, puesto que reúnen la característica explicada.

Volviendo brevemente a la esfera de la izquierda, y partiendo de esta última idea, solamente el anarcosocialismo se sale de la esfera nacionalista. También debemos tener en cuenta que la izquierda no solamente considera las personas físicas como grado de medición de la igualdad, sino también elementos abstractos, como pueden ser en este caso cada uno de los símbolos identitarios de una nación. Esto último nos permite entender por qué el apoyo a la discriminación positiva para las lenguas minorizadas es fundamentalmente de izquierdas (aparte de que dicho apoyo es nacionalista del territorio donde se ubica dicho idioma).

En vista de toda esta información, podemos sostener que sí es compatible ser de izquierdas con ser nacionalista (a menos que se trate del anarquismo de izquierdas o anarcosocialista, incompatible con cualquier defensa de gobiernos o de naciones). En todo caso, esta afirmación tiene matices:

Por un lado, resulta incompatible ser de izquierdas con la defensa de una forma extrema de nacionalismo, ya que esta última genera desigualdades en perjuicio de las minorías étnicas autóctonas o de la población inmigrante. Esta es la principal razón por la cual las organizaciones socialpatriotas -denominadas inexactamente de extrema derecha-, a pesar de ser firmes partidarias de la intervención del Estado en la economía, no pueden ser consideradas de izquierdas.

Por otra parte, la asunción de barreras territoriales (provengan del nivel territorial que provengan) sí supone un freno al igualitarismo. En todo caso, si las barreras no incluyen restricciones de derechos a inmigrantes o minorías, estas no suponen un obstáculo para cohabitar con el izquierdismo político.

Volviendo al punto inicial, en España existen distintas formaciones socialistas y nacionalistas periféricas con representación institucional (BNG, EH-Bildu, CUP, ERC, MÉS, etc.) más, en la Cámara Baja, tres formaciones de ámbito estatal cuya ideología es la izquierda alternativa no nacionalista -Podemos, IU y Equo-, pero cuyos postulados en cuanto a organización territorial se asemejan a los primeros en cierta medida. Asimismo, estos tres últimos partidos también defienden que España siga permaneciendo como país independiente. Como podemos ver, todos –periféricos y estatales– defienden, por un lado, que sigan existiendo naciones, fronteras y Estados. Pero al mismo tiempo todos los izquierdistas plantean: la lucha contra la exclusión social de inmigrantes/minorías étnicas, la flexibilización de las fronteras o la discriminación positiva hacia los elementos identitarios que compiten en condición de desigualdad. Por tanto, estamos ante formas incluyentes de nacionalismo, que cohabitan perfectamente con las doctrinas socioeconómicas y políticas de corte igualitarista, y que pretenden corregir las desigualdades identitarias generadas por nacionalismos más poderosos (español, en este caso).

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