La tradición es la eternidad verde
Miña terra, miña terra, terra donde me eu criei,
ortiña que quero tanto, figueiriñas que prantei.
Como cada instante en el que uno tiene algo de tiempo libre, la morriña es una mala compañera de viaje que siempre te ataca en el momento más inesperado e inoportuno. El domingo pasado, 15 de Octubre, la ola de incendios que arrasó más de 35.000 hectáreas en Galicia (sin contar con todo el territorio quemado en Portugal y Asturias), empezó a traerme recuerdos nítidos de tan infausto recuerdo para A Nosa Terra, como lo fue el Prestige (2002) o el accidente ferroviario de Angrois (2013). Recuerdos imborrables que parecieran estar ligados a un denominador común: la gente de Galicia no llora, no se queja, no protesta; trabaja.
Esta vez no eran «hilitos de plastilina», pero el impacto en el ecosistema gallego ha sido el mismo. Miles de hectáreas calcinadas que suponen un nuevo varapalo, del cual Galicia tendrá que reponerse, a pesar de esa élite que sigue gobernando con puño de hierro con sabor a siglo XIX. Porque ya lo decía Castelao, «mexan por nós e temos que dicir que chove».
¿Terroristas forestales?, ¿pirómanos?, ¿brigadistas despechados?, ¿eucaliptos autoinflamables?, … Podemos intentar buscar cuáles han sido los autores materiales de estos incendios, podemos intentar emprender una investigación al más puro estilo Colombo, podemos estrujarnos el cerebro para intentar comprender en qué cabeza cabe hacer algo así, … pero lo que no podemos obviar es que, independientemente de las causas del fuego; se demostró por enésima vez, la persistencia de una Gestión Pública caciquil que parece que no quiere abandonar nunca la idiosincrasia gallega.
Cocido gallego, el pulpo, fogar de Breogán, y la incompetencia gubernamental al servicio de los Tudor de turno; parecen santo y seña de un país que parece sumida en el día de la marmota.
Pongámonos en situación:
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Ley de Montes 43/2003. En el año 2006 se redactó una cláusula para un periodo de veto de 30 años en el cuál no se podía urbanizar territorio quemado. El grupo Dios ke te crew, ya nos avisaba ese mismo año en Profecía, de que «cando chegue o día, non que non poidas respirar, no medio ambiente acordaraste desta profecía». Era una necesidad intentar frenar las estadísticas sangrantes de incendios en Galicia, que desde los años 70 han ido destrozando nuestra tierra. Con picos de una naturaleza horrosa: en el año 1989 se llegó a superar más de 150.000 hectáreas quemadas y en el año 2006 llegando casi a las 100.000, previo paso de una tendencia sostenible a lo largo de la década de los 90. (Fuente: Consellería do Medio Rural. MAGRAMA)
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Reforma del 2015 de la Ley 43/2003. El veto sigue presente en el texto pero se amplió con dos mecanismos adicionales con los que se puede evitar dicho veto:
1 . La recalificación del terreno quemado se podría permitir, si dicha recalificación estaba prevista previamente a la existencia del incendio en el mismo.
2 . Existencia de «una directriz de política agroforestal que contemple el uso agrario o ganadero extensivo de montes no arbolados en estado de abandono».
¿Cómo? Para ello, se debe de recoger en ley «razones imperiosas de interés públuco de primer orden» o prever «medidas compensatorias necesarias que permitan recuperar una superficie forestal equivalente a la quemada»
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TRADUCCIÓN de la Reforma: mientras haya una recalificación aprobada previa al incendio y una política que busque cualquier excusa para llenarse los bolsillos de dinero en connivencia con entidades como ENCE en Pontevedra, las recalificaciones tienen vía libre.
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Con esta información en mano, nadie está diciendo que la Xunta sea la culpable directa del desastre, pero obviamente si este tipo de sucesos no van en contra de tus intereses, te convertirás en cómplice directo. ¿Tiene sentido no?
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Retirada masiva de brigadistas al termino de la finalización de sus contratos temporales del periodo estival. Más de 400 brigadistas terminaron sus contratos a 30 de Septiembre.
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5.600 unidades para la lucha contra el incendio, cuando deberían de ser 5.800 en base al «Plan de Prevención e Defensa contra os Incendios Forestais de Galicia « (PLADIGA).
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500 trabajadores de la empresa pública Seaga no fueron reincorporados hasta 1 día y medio después del inicio de los incendios.
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«Ya teníamos cumplido el mes extra de Abril, donde también hubo importantes fuegos; el Gobierno gallego lo fió todo a las condiciones climatológicas y pecó otra vez de falta de previsión». Carlos Hermida, responsable de Acción Sindical de CCOO en la Consellería do Medio Rural.
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En cuanto al Ejecutivo, mientras los montes eran arrasados, alrededor de 10.000 efectivos seguían destinados en Catalunya para reestablecer el orden constitucional a base de porrazos.
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Defensa del eucalipto por parte de las autoridades como cultivo para conseguir bien renovable (como puede ser el olivo u otros), la creación de suelo o captura de emisiones de CO 2. Evidentemente la hoja de eucalipto es pirófita: planta adaptada a sobrevivir después del fuego. Lo cuál se suele tergiversar en el concepto de hoja pirómana. (Fuente: Juan Picos, decano del Colegio de Ingenieros de Montes de Galicia).
Pero dicha definición no contradice a la gran ayuda que produce este tipo de hoja para la propagación del fuego, que a nivel de gestión pública es lo que nos interesa: a cuanto mayor territorio quemado, mayores serán las recalificaciones.
«Porque la verdadera tradición no emana del pasado, ni está en el presente, ni en el porvenir; no es sirviente del tiempo. La tradición no es la historia. La tradición es la eternidad» , nos decía el genio de Rianxo. Galicia si quiere seguir siendo Galicia, necesita de una vez por todas despertarse de esa «longa noite de pedra», y empezar a dejar ese lastre que todavía tenemos que cargar sobre nuestras espaldas con el recuerdo de épocas más barrocas.
Para la búsqueda de la eternidad del monte gallego, es cierto que se necesita luchar contra el terrorismo medioambiental, si. Pero no ese terrorismo medioambiental del que habla el agente 009 Feijóo. La nuestra es una lucha contra el terrorismo medioambiental de: las políticas de prevención y limpieza de montes, la retirada de brigadistas por su precariedad laboral, la posibilidad de vender madera quemada, la recalificación de terrenos, etc.
Tenemos una nueva oportunidad para intentar esa búsqueda de la tradición que es eternidad, de color verde en este caso, de lo contrario seguiremos en una tradición que emana del pasado con color de chapapote y olor a eucalipto quemado…