Iñigo Zabala Zamalloa

El paso dado por Pedro Sánchez para competir por la secretaría general del PSOE, divide aún más el sector de los críticos con la Gestora, poniendo en bandeja el triunfo de Susana Díaz en las Primarias.

Vuelve al ring, regresa a la batalla. Por aclamación popular, ante más de 1.000 efusivos militantes socialistas, Pedro Sánchez ha confirmado su candidatura a las primarias del PSOE.  Y lo ha hecho en el “corazón del socialismo andaluz”, en la casa de su máximo rival, Susana Díaz.

Era esperado su regreso al foco mediático tras la puñalada que Patxi López y parte de su equipo más cercano, le han dado. El paso dado hace dos semanas por el ex lehendakari por hacerse con el despacho de Ferraz, rompió en dos el bando de los críticos con la Gestora socialista y dejó a Sánchez sin el apoyo de los secretarios generales que le respaldaban. Todo hacía indicar que sin ningún tipo de aliento de los cuadros altos del partido, Sánchez iba a quitarse del medio y volver al mundo docente. Pero no. Su perseverancia y su pasión por la política le han hecho hoy mirar a la militancia, respirar hondo y expresar su voluntad de ser (volver) el Secretario General de su partido, del PSOE.

Sánchez, obligado por las circunstancias, ha cambiado de equipo. Odón Elorza, Pérez Tapias, Rodríguez Salas (el famoso Alcalde de Jun) o Francisco Toscano se han incorporado a su núcleo de confianza liderado por la diputada asturiana Adriana Lastra. Cuadros medios y bajos del partido que se han unido para hacer frente a la poderosa e influyente federación andaluza. También ha cambiado su discurso. Difiere mucho del mensaje moderado y conciliador que transmitía en los meses después de ganar las primarias del 2014. Ahora, apuesta por la confrontación de ideas, de estrategias e incluso de ideologías. Un discurso, con un cierto aire populista, que da la voz a la militancia y que pone en evidencia las dos posturas claras y marcadas que hay, hoy en día, en el PSOE. Los que apuestan por el federalismo sin tapujos, y los que prefieren una España centralizada.

Con la hipotética candidatura de Díaz serán, presumiblemente, tres los candidatos en la batalla. Dos de ellos, Patxi y Pedro, no presentan una gran diferencia en su discurso. Ambos estuvieron en el mismo bando en aquel fatídico Comité Federal del 1 de octubre, ambos rechazan la labor de oposición que su partido está ejerciendo en el Congreso de los Diputados, y ambos apuestan por acercar posturas con Podemos. Posiciones semejantes, pero contextos diferentes. Sánchez cumplió su palabra y dejó el escaño para no pronunciar la temida abstención. López la articuló.

Sánchez y López lo tienen muy difícil para controlar el partido, por no decir que es inverosímil su victoria. El poder de movilización que la federación andaluza tiene hace muy difícil que sus planes salgan mal. Hay que recordar que fueron capaces de sentar a un desconocido en el sillón de Ferraz, dejando al preferido de las bases, Eduardo Madina, a los lados de la carretera. Difícil que Pedro Sánchez o que Patxi López salgan vencedores del 39º Congreso socialista. Solo una unión de candidaturas, una suma de apoyos, puede hacer frente a la candidatura “oficial”. El apoyo que tiene Sánchez en las agrupaciones, sumado a la infraestructura orgánica y al poder de conciliación que tiene López, pueden hacer ganador a un sector del PSOE que se encuentra en un proceso de división y traiciones que comenzó tras la caída de su líder.

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