El próximo 14 de febrero tendrán lugar las decimoterceras elecciones al Parlament de Cataluña desde la instauración del régimen democrático-monárquico de 1978. El tema principal de la agenda política sigue siendo la cuestión identitaria-territorial. En este sentido, y según la encuesta del CEO de noviembre de 2020, un 49% de los catalanes son unionistas frente al 43,6% de secesionistas.

            Al margen de las respetables opiniones de cada ciudadano, la pregunta que me hago como analista político es la siguiente, y coincide con el título de este artículo: ¿Es Cataluña una parte de España en términos geográfico-históricos?

            Lo primero que debemos de hacer para responder a esta cuestión es describir los elementos que componen la identidad de España. En este sentido, diferenciamos tres categorías: geográfico-física, geográfico-humana e histórica. Si prestamos atención a la primera de ellas, observamos cómo nuestro país es geomorfológicamente ibérico en la gran mayoría de su superficie, climatológicamente es templado, biogeográficamente posee tres regiones diferenciadas (eurosiberiana, mediterránea y macaronésica) más una coexistencia de regímenes hidrográficos oceánico, nival, pluvio-nival y mediterráneo.

            En el plano geográfico-humano, España, en primer lugar, es un país demográficamente estancado (muy baja natalidad y mortalidad), mayoritariamente urbano (80% en 2020, según el INE), económicamente terciario (76% en 2017, según el Banco de España) y con una renta per cápita media-alta (26.430 euros brutos en 2019, según Expansion.com), políticamente democrático (de centroizquierda en 2019, 4’4/10, según El Español; autonomistas en un 63% en 2018, según El País; europeístas: en 2019 el 83% se sentía parte de la UE, según el Eurobarómetro; y con un 5,8/10 en transparencia en 2018, de acuerdo con la OING Transparencia Internacional), lingüísticamente latino (y el euskera, aún sin ser latino, es de origen íbero, tal y como han establecido los investigadores vascoiberistas), racialmente caucásico-mediterráneo y predominantemente católico (61,7%, según el CIS de diciembre de 2020) en el plano religioso.

            Desde un punto de vista histórico, España (o las Hispanias) existen como entidad política desde hace 2.218 años (197 AC), cuando la república romana estableció la provincia de la Hispania Citerior, donde, por cierto, se localizaba la actual Cataluña.

            Hecho este análisis sobre España, analizaré a continuación el nivel de españolidad de Cataluña en cada una de las dimensiones de las tres categorías mostradas, valorándolas de 0 (muy bajo nivel de españolidad) a 4 (muy alto).

            Comenzando por la geografía física, Cataluña es geomorfológicamente ibérica (4/4), climatológicamente mediterránea y montañosa en algunas zonas (4/4), hidrológicamente mediterránea y nival (4/4) y biogeográficamente mediterránea (4/4). Por tanto, en esta categoría la correspondencia a la España natural es absoluta: 4/4.

            En perspectiva geográfico-humana, Cataluña presenta: un régimen demográfico igualmente de estancamiento (4/4), un 95% de población urbana en 2020, según la Generalitat (3/4); una economía fundamentalmente terciaria (73% en 2015, según La Vanguardia) y un nivel de renta per cápita superior a la media española (31.119 euros brutos anuales en 2019): 3/4; una cultura política democrática (4,11/10 en el eje izquierda-derecha, según el CIS; solamente hay un 28% de autonomistas, según el CEO de noviembre de 2020, y un 20,1% no se siente español, de acuerdo con el CEO de 2019; fuertemente europeísta; y, en el plano ético-político, Cataluña tiene una tasa de cuatro imputados por cada cien mil habitantes, frente a los 3/100.000 existentes en España en 2017, de acuerdo con el periódico La Información): 3/4; racialmente es también caucásico-mediterránea (4/4); a nivel religioso la mitad de la población practica el catolicismo, según el CEO de abril de 2015 (4/4); y lingüísticamente el catalán es una lengua latina y oriunda de la Península Ibérica (4/4). El promedio aquí de asociación a la España humana actual es de un 3,57/4.

            En clave histórica, de los 2.218 años de historia institucional de España (desde que existen entidades institucionales sólidas y estatales), Cataluña ha formado parte de las Hispanias casi siempre: fue parte de la Hispania Citerior (197 AC-27 AC), de la Tarraconensis hispánica (27 AC-476 DC), del Reino Hispanovisigodo de Toledo (507-711), de la Corona hispanocristiana de Aragón (1137-1479) y de España desde 1479 (con el paréntesis de la efímera república catalana de 1641).

            Las únicas excepciones a la pertenencia a las Hispanias por parte de Cataluña han sido: la ubicación dentro del Reino de Tolosa (476-507 DC); la ocupación por parte del Califato Omeya (718-801); más el período en el que tuvo lugar la Marca Hispánica (801-1137), cuando los condados catalanes eran parte del Imperio Carolingio -primero- y después, de la Francia Occidentalis (el germen de la actual Francia). En resumen, el 79,66% del tiempo posterior a la Prehistoria y Protohistoria ha sido hispánico/español por parte de Cataluña: 3,18/4.

            Si sumamos los tres resultados globales de las tres categorías identitarias (geografía física, geografía humana e historia), obtenemos el siguiente resultado: (4/4+3,57/4+3,18/4)/3= 3,58/4= 8,95/10. Por tanto, Cataluña es casi un 90% española, en términos identitarios.

            En resumen, queda claro que Cataluña es una nación periférica dentro de otra Nación, central, que es la española; configurada esta última como plural y diversa desde un punto de vista natural y humano.

            En este sentido, y en base a un territorialismo de raíz romántica, el carlismo foralista catalán (Salvador Soliva), el regionalismo conservador catalanista (Lliga Regionalista) o el federalismo/confederalismo democristiano (UDC) son los postulados teóricos que mejor interpretan la identidad catalana dentro de una España integral.

            Ello se contrapone, por un lado, a la visión plurinacional progresista (PSC o En Comú Podem), que excluye los elementos raciales o religiosos de su análisis, centrándose más, en base a un pensamiento postilustrado, en la nación como voluntad política. Por otro lado, el plurinacionalismo identitario se contrapone también con el centralismo filocastellanista de partidos como VOX.

            No obstante, la determinación del statu quo jurídico-político de Cataluña no la ejecutan análisis académicos como el del presente artículo, sino la voluntad política de los catalanes (o de estos y del conjunto de los españoles), articulada legal y pacíficamente, tal y como expresé en mi artículo Existen ocho visiones sobre la organización territorial de Cataluña.

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