Si bien tras la transición el proceso político español había gozado de cierta estabilidad y se habían establecido determinadas reglas de juego en nuestro marco político, los últimos años (especialmente tras los movimientos del 15M y los años más duros de la crisis económica) han supuesto un revulsivo que ha puesto nuestro sistema patas arriba, provocando una situación que en algún sentido puede recordarnos a los años de la transición.
En la construcción de las instituciones de la nueva democracia tras la dictadura, se adoptó un modelo consensual, que en muchos momentos incluyó la participación de casi todas las fuerzas políticas. Así, en la redacción de la Constitución, por ejemplo, había un principio de “veto” por el que no se incluiría ningún precepto totalmente inadmisible para alguno de los grupos parlamentarios. Pero, si bien es cierto que el consociacionalismo tuvo un papel importante en los primeros años de democracia, se fue abandonando progresivamente a favor de un modelo altamente bipolarizado con fuertes ejecutivos PP-PSOE.
El modelo mayoritario se ha consolidado con gobiernos monocolor incluso cuando no había mayorías absolutas. Sin embargo, este mayoritarismo ha sido siempre limitado, incluso en etapas de mayoría absoluta. El PSOE, gobernando con mayoría absoluta, siguió buscando apoyos parlamentarios a sus medidas, así como lo haría en ocasiones el PP.
Hay varios factores que explican los gobiernos monocolor. En primer lugar, el sistema electoral que ha venido beneficiando a los grandes partidos. Esta es una regla que se ha roto marcando un antes y un después del movimiento 15M. En segundo lugar, la moción de censura constructiva imitada del modelo alemán, es un factor que ha contribuido a la estabilidad de los gobiernos hasta el momento, al conllevar obligatoriamente que la deposición de un presidente conlleve la inmediata investidura de uno nuevo.
La posición dominante del ejecutivo sobre el legislativo es evidente en el diseño de nuestra Constitución, además, factores como la disciplina de partido establecen un férreo control sobre los diputados y los recursos del grupo parlamentario. Pese a la debilidad del Parlamento, los gobiernos han buscado el mayor apoyo parlamentario posible, especialmente de cara a la opinión pública. Sin embargo, está muy grabado a fuego aún en nuestra cultura política el querer ejercer por parte de los presidentes y sus gobiernos un extremo poder y dominio sobre el proceso político español sin dar hacer concesiones a otros grupos como si ello fuese una clara muestra de debilidad.
Volviendo al tema que nos ocupa, podemos afirmar que a nivel nacional no ha existido ningún gobierno de coalición desde la transición hasta el presente, pero sí que es cierto que los apoyos, alianzas y pactos del partido en el Gobierno con los diferentes partidos en la oposición han sido una tónica habitual, aunque estrictamente no puedan considerarse coaliciones, ya que los gabinetes ministeriales estuvieron formados únicamente por un partido.
La causa de que no haya existido gobiernos de coalición stricto sensu se debe en gran parte al sistema electoral que se encargaba de crear mayoría electorales y de proteger a los partidos con el objeto de aumentar la estabilidad gubernamental. Además de esto, en España un gobierno en minoría puede formarse y sobrevivir si los partidos de la oposición están suficientemente divididos como para dificultar su acuerdo en torno a un candidato común alternativo. Esta es una dinámica que se ha visto absolutamente alterada recientemente con la irrupción de nuevos partidoscomo Podemos, Ciudadanos y VOX.
Aquí entra en juego el peso de los partidos nacionalistas (que gracias al sistema electoral consiguen un alto número de escaños) y, más recientemente, los partidos del cambio, lo que unido a la inexistencia de un partido centrista en España (algo que trató en principio Ciudadanos, pese a verse finalmente situado a la derecha del espectro ideológico), los convierten en verdaderas bisagras de la puerta de acceso al gobierno.
Ejemplos de esto se transcurren continuamente a lo largo de nuestra corta historia democrática. Así, en 1982, Felipe González, pese a gozar de mayoría absoluta, logra el apoyo de PCE, UCD y Euskadiko Ezkerra. El punto de inicio de los apoyos de investidura se halla en las elecciones de 1993 cuando una victoria ajustada del PSOE excluye la posibilidad de pactar con IU por las reticencias entre Felipe González y Julio Anguita, llevando al pacto con CiU. En las elecciones de 1996 Aznar consigue la mayoría simple y logra el apoyo de CiU (en el llamado Pacto del Majestic), al que se suman los vascos del PNV y los canarios de CC. En 2004, Zapatero recibe los votos a favor de IU, ERC, CC, BNG y CHAy, por el contrario, se abstuvieron CiU, PNV, EA y Nafarroa Bai. Se rompía así un apoyo que venía siendo tradicional, el de CIU.
Finalmente, en 2008 es la primera vez que un gobierno se ve formalmente en minoría, cuando Zapatero tuvo que ser investido en segunda votación por mayoría simple con las abstenciones (que no votos a favor) de CiU, PNV, IU, ICV, BNG, CC, NaBai. Habría que esperar hasta 2011 con la victoria de Rajoy para volver a tener una mayoría absoluta.
En 2016 se produciría un cambio sin precedentes desde las primeras elecciones democráticas, y es la significativa fragmentación parlamentaria que permitiría el acceso de dos grandes partidos con gran representación,Podemos y Ciudadanos. Así, Rajoy declinaría la oferta del rey de formar Gobierno tras reconocer que no tendría el apoyo ni la abstención del PSOE. En su lugar, Pedro Sánchez y Albert Rivera presentaron un acuerdo de legislatura que no obtendría el apoyo del Congreso. Esto desembocaría en la convocatoria de nuevas elecciones en las que el PP consigue una mayoría simple y, tras acordar 150 medidas con Ciudadanos, Rajoy gobierna una nueva legislatura que acabaría con la moción de censura de 2018 (la primera en la democracia que prospera) tras la sentencia del Gurtel y la consecuente proclamación de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Este voto afirmativo a la moción de censura del PSOE supuso un nuevo apoyo implícito de Podemos, ERC, PNV, Compromís, PDeCAT, Bildu y Nueva Canarias para lo que restaba de legislatura.
A la espera de ver qué acontece en esta nueva legislatura, donde además contamos con el ingreso en el arco parlamentario de VOX, todo apunta a que estaremos nuevamente ante un proceso político de apoyo de investidura, quizás con los votos de Unidas Podemos, o porqué no, ante el primer gobierno de coalición en sentido estricto de la democracia.
En conclusión, podemos afirmar que España no ha tenido a nivel nacional gobiernos de coalición de derecho, pero sí que se ha visto inmersa en pactos parlamentarios formales para garantizar el apoyo al partido en el Gobierno que bien podrían ser calificados como gobiernos de coalición de hecho.